miércoles, 8 de abril de 2015

Vaciar la mente



Intento ubicarme en alguna parte de la nada. Intento, con todo mi esfuerzo, seguir el camino correcto del que todos hablan. Intento, inútilmente, proseguir sin titubear, con la cabeza bien alta y fingiendo que no me arrepiento de nada. Que soy quien creen que soy. Que no me importa nada. Que mi vida es totalmente cristalina, llana, fútil. 

Una vida entre un camino de rosas que florecen una y otra vez, como si el tiempo y el espacio no tuviera cabida en un plano terrenal. Como si, de alguna forma, una pieza tan hermosa y frágil no pudiera llegar a quebrarse con tan solo mirarla. 

En primaria una profesora nos mandó a escribir para el que era nuestro mejor amigo un relato. No me acuerdo mucho de qué puse exactamente pero se lo dediqué a la que hasta hace relativamente pocos años fue una chica cercana a mí. Y siempre recordaré que fue una especie de poema y comparé nuestra amistad con una rosa. Ella se puso a llorar delante de todo el mundo y la profesora me felicitó, pero me dijo que "las rosas marchitaban con el tiempo". Y yo asentí pero tampoco pensé en ello. Era un niño y los niños no suelen preocuparse por ese tipo de cosas. Pero ahora sé que tenía razón y que a veces, las cosas más hermosas, permanecen solo por tiempo limitado en su estado hasta que marchitan y solo queda el recuerdo de su aroma. 

He dejado mucha gente atrás, casi siempre por decisión propia o mutua. Jamás he experimentado el rechazo y eso, en parte, me ha ayudado a no poder comprender qué sienten los demás cuando les hieren. Imagino que debe ser doloroso. Imagino que debes sentirte herido y traicionado. Imagino que debes culparte a ti y a él; a ambos. Imagino que te preguntas muchas cosas.

Creo que he sido injusto con mucha gente. Pienso que algunas situaciones, usando el diálogo debidamente, podrían haberse solucionado. Creo que si yo fuera capaz de sentir esas cosas me resultaría doloroso que alguien a quien quiero y aprecio me tratara así. Lo único que me recorre es la decepción; decepción cuando alguien me falla. Y esa decepción me lleva a la apatía y al desinterés. 

Errar es humano y yo acepto los fallos, pero depende de cuáles y bajo mi propia evaluación moral. Y eso, para ellos, tampoco es justo.

A veces me pregunto cuándo finjo y cuándo soy realmente yo. Siempre he intentado aparentar ser feliz porque cuando tenía doce años no quería que mis padres se preocuparan por mí. No quería porque suponía que eso sería una carga que ellos no merecían, así que crecí en dos partes, donde una de ellas era mi rostro hacia la sociedad y el otro cuando yo podía escribir lo que sentía cuando estaba solo. 

Y sí, me adapté al mundo y a las personas porque creía que era lo correcto. Lo que debía ser. Seguí siendo agradable y bromista con todos, incluso con los que estaban mal para que al menos, de alguna forma, su carga fuera levemente inferior y que tuvieran con quien hablar. 

Pero ser así solo me ayudó a encerrarme y a cuestionarme por qué casi nadie -excepto alguna gente por Internet-, sabía nada de mí. Por qué no me ayudaban. Por qué no veían dentro de mí cuando yo veía a los demás. Y mi mente de semi-adolescente no podía procesar esa información así que me recluía dentro de mi mundo a la vez que intentaba complacer a los demás. Los culpé. Me culpé. Intenté sobrevivir a relaciones que ya estaban muertas desde un principio, autoconvenicéndome de que eso era lo normal y lo que había que hacer para tener una vida digna como cualquier otro. Aguanté. Retuve mis instintos. Intenté cambiar. Intenté ser más como debía y no lo que era. Intenté empatizar. Intenté amar. Lo intenté más de lo que he intentado nada en este mundo. E incluso me lo creí. Pero las mentiras piadosas no son más que mentiras y con el tiempo se desintegran entre el espacio y tiempo, evaporando cualquier rastro de lo que hubiera podido ser. Y al final todo se rompe y se esparce entre las nubes, volcando el viento y perdiéndose en el infinito, hasta que la rosa desaparece y algunos logran recordarla en sus momentos de lucidez.

¿Cuánta gente me ama?

¿Cuánta gente me odia?

¿Quién tiene razón?

Y eso me lleva a preguntarme qué hago aquí. Para qué estoy aquí. Hay gente que pasa desapercibida en la vida y que no viven más que para amar. Otros para destacar. Y algunos pocos no estamos ni aquí, ni allá. Respiramos sin metas hacia un futuro incierto, envueltos en cáscaras, cuestionándonos estupideces poco productivas que no llegan a ninguna parte. 

No me gustan estas épocas de vulnerabilidad inaudita. Me siento débil y demasiado frágil. Me siento realmente triste y deprimido, cayendo en picado. Me siento con pocas ganas de vivir y solo espero que pasen los días y esta racha desaparezca al igual que llegó, entre susurros y versos.

Solo quiero un momento de paz. 
Un segundo. 
No pensar. 


5 comentarios:

  1. Siempre me fascina de eso que hablas... Esa especie de total indiferencia a los demás cuando para mí lo son todo, lo único que merece la pena de la vida...

    ResponderEliminar
  2. El problema de ser siempre quien ayuda a los demás, es que los demás nunca van a saber cómo reaccionar y curarte si eres tú quien está débil. Todos somos demasiado egoístas, quiero tener a quien cuide de mí, pero yo no quiero responsabilizarme de esa persona, que se aguante, que se cure sola.
    En fin, al habla otra persona que se siente decepcionada, abandonada, débil y muy, muy cansada de la gente.
    Mucha fuerza.

    ResponderEliminar
  3. Sé lo que estas pasando porque yo misma lo he tenido, tengo y ¿tendré? esa sensación... ese cansancio... La sensación de no saber qué eres, que personalidad tienes porque tienes tantas dependiendo del momento en el que te encuentres...No creo que me equivoque al poner esta canción porque creo que encaja casi pefectamente: CHRISTINA PERRI- HUMAN: https://www.youtube.com/watch?v=r5yaoMjaAmE Besis ;)

    ResponderEliminar
  4. Si...es horrible sentirse asi y cuestionarse la existencia propia...cuando nada tiene sentido y todos los pensamientos y acciones de mejor voluntad parecen una farsa interpretads por uno mismo...que puedo decirte...siento que te encuentres asi de chungo ahora....pasa el trago como puedas.Ya vendran tiempos mas serenos.
    Asi pues, te deseo serenidad y paz mental.Fuerzas y un saludo calamidad.

    ResponderEliminar
  5. Escribe algo criatura.No prives a mi curiosidad.Estoy como maruja sin telenovela xD

    ResponderEliminar