miércoles, 19 de marzo de 2014

Wind


Gris. Demasiado gris. Un atardecer muerto. Un cielo opaco. Una mirada totalmente vacía. Ausente del mundo. De la realidad. Del universo. Del viento que surca por los mares y derrumba flotas. Del Dios que disfruta con la agonía de sus propios hijos. Guardando palabras sin significado. Contando historias. Llorando, siempre solo.

Los años siguen. Se acumulan. Crecen y no desaparecen. Es curioso cómo el tiempo, algo inventados por nosotros, sigue su curso y a veces posee tanto significado. Esa noción de la realidad que nos hace sentir inquietos: Diez minutos para ese momento tan especial. Una hora para vernos con aquella persona. Un instante para hacer realidad nuestros sueños. Pero qué es si no ese transcurro, esa noción, más que una palabra diseñada para atormentarnos. Demasiado tiempo sin hacer nada. Viviendo en la absoluta comodidad. Buscando consuelo. Llorando, siempre solo.

Y yo que podría haber sido el príncipe más amado de estas tierras. Yo, entre muchos, quien podría haber hecho tantas cosas. Y sueños. Muchos sueños. Que no existen, que no importan. Que se reducen en el olvido y susurran a mi ángel de la guarda un último deseo

Anhelo. Anhelo esa inaudita tranquilidad que parece huir de mí. Ese momento de lucidez que me haga gozar del tiempo, del espacio, del universo infinito en todos sus cauces. Y aguardo paciente un día más. Ese maldito instante que parece no llegar. Que huye y me hace retroceder, corriendo y sin aliento, hacia la cueva más oscura y sombría que nadie hubiera podido imaginar. 

Y yo que podría haber sido el príncipe más feliz de estas tierras. Aquel quien todos susurren entre sueños lo maravilloso que es. Quien nadie pueda resistir el sonido de sus pasos. Un auténtico galán. Pero mi sueño no es tan distinto a la realidad. Esa persona que se adapta, que sonríe, que ama a todos. Esa persona que logra encender las llamas más carbonizadas. Yo, entre muchos, siempre destacando. Tan hermoso. Tan dulce. Tan suave. Con un rostro angelical y aniñado del que pocos podrían sospechar. Un arma de doble filo dispuesta a cortar las cabezas de todos quienes intenten adentrarse en sus dominios. Porque yo podría haber sido el príncipe más amado de estas tierras, pero sin embargo elegí, elijo, mantenerme dentro del castillo con tres puertas de acero por medio, para que ni la catapulta más soez pudiera llegar hasta mí. Para vivir entre la oscuridad de la vida. Para sentir el frío más despiadado arrancarme el aliento.

Esta contradicción constante sobre la Vida y la Muerte es la que mantiene aquí. Ahora. El no querer rendirme. El no querer afrontarlo. El ser tan hermoso y horrible a la vez. El escribir aquí, en este sitio, mis pensamientos, mi amor, mis versos. El saber que hay gente, en alguna parte, que lee y lo entiende. Que lo admira. Que le gusta. Que dedica un momento inexistente llamado tiempo a compartir estos pensamientos. 

Y ahora... Respirar. 

Respirar. Un día más.


3 comentarios:

  1. Un día más que no sabés si ganará el príncipe horrendo o el hermoso. Ojalá fuera tan sencillo de decidir. Ojalá pudiéramos hacerlo, pero no todo el mundo entendería. Y no todos nosotros podemos considerarlo :(

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  2. Me senti tan identificada! :sss
    Te sigo. Cuidate.

    http://thisismyroomwelcometomylife.blogspot.com/

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