viernes, 21 de marzo de 2014

Storm





Y empieza de nuevo. Y me ahoga. Me mata. Me atormenta. Es una sensación totalmente opaca y presente, como si una fuerza mayor deseara llevarme lejos de este mundo tan poco real para enterrarme en lo más hondo de la ciénaga para así nadie pueda encontrar nada de lo que un día fui; de lo que llegué a ser.

Días grises y tristes se avecinan. Tengo ese exasperante hueco en mi interior. Cala hondo en mi cuerpo y me produce un frío atroz, recordándome cada segundo lo vacío que me siento. Como si nada existiera. Como si ni tan siquiera yo siguiera respirando. Y me siento triste, muy triste. Después me enfado. Con la vida, el mundo, la sociedad, incluso conmigo mismo. 

Me sigo desesperando. Me carcome el alma. El peso sube y baja y yo no estoy contento con absolutamente nada. Me siento amargado. Jodido. Con ganas de arrancarme la piel. Deseo gritar, darle golpes a la pared, arañarme, llorar... Pero me quedo quieto y respiro. Quizá dentro de una hora todo haya pasado. Solo quizá. 

Y lo que más dolor me produce es saber que al final del día sonreiré. Que fingiré con todos los de mi alrededor. Que no notarán absolutamente nada y que, probablemente, yo empiece a llorar cuando esté enterrado entre sábanas y cobijas. 

Porque los hombres no lloran, decían. Y yo digo que sí lo hacen, pero a solas, para que nadie vea su debilidad. Para que ese secreto se quede entre la oscuridad y ellos.  Y así, el tiempo transcurre, esperando un aliciente por el que no querer desgarrar las paredes de la vida. 

El tiempo pasa y me siento muy solo. Incomprendido. Es como si nadie me hiciera caso. Como si no existiera. Ni tan siquiera los más cercanos a mí emanan algún tipo de calor que yo pueda percibir. Todo es de plástico, sin sustancia, opaco. Y aún las palabras más bonitas o los actos más nobles me saben a poco. No me valen. No es suficiente. Porque no creo en ellas; ni lo haré. Nunca. 

Y seguiré solo... Solo... Solo... 

Esperando...

Como siempre.
Hasta quién sabe cuando.
Mirando al frente.


7 comentarios:

  1. Esa dualidad que mata lentamente y que no llegamos a aceptar ni a comprender, como decía. Ojalá pudiera decirte algo que de verdad sirva. Según me han dicho, lo mejor es aceptar que nos suceden todas esas cosas y que tenemos ciertos pensamientos, en lugar de pelearlos a diario. Pero... Tal como expresaste: tanto intento y derrota hace que nos sintamos cada vez menos comprendidos. Cada vez más solos. Y es una pena realmente el no poder evitar traducirlo todo en el cuerpo. Es un mal hábito, pero una salida a tanta porquería que nos rodea y llevamos con nosotros.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como siempre, de acuerdo con tus palabras. Pero aquí la solución es fácil: O lo superamos, o morimos en el intento.

      Eliminar
  2. Me encanta la manera en que escribes. Me llega....

    ResponderEliminar
  3. A veces yo misma me identifico con un hombre... esa cuestion de debilidad, de no llorar, llorar me aterra, lo odio y me odio cada vez que lo hago, porque me siento una maldita debil... Se como es ver las cosas de ese modo, es como decia Sabato, un tunel oscuro y solitario... Todo lo demas, es intocable, negro, y solamente porque no podemos acceder a ello...
    Porque estamos tan regodeados en la tristeza y en la miseria que no concebimos ver las cosas de otra forma. Como dice Flo, es un mal habito, y cuesta salir... Pero lo importante es intentar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nos sentimos débiles porque, la mayoría de veces, no podemos controlarlo. Y el no controlarlo nos frustra. Nos enfada. Escapa de nuestras manos. Y eso es algo que no podemos permitir. No debemos, más bien.

      Intentar está bien, pero a veces no es suficiente.

      Eliminar
  4. Este post es desde lejos el que mas hondo me ha llegado, me costaría mucho describir lo que provocó en mí.
    Me preocupa el que no te estés sintiendo bien al lado de tus mas allegados, debe de haber alguien que pueda hacer algo. Comprendo bien como te sientes, la soledad no es una buena compañera, aunque es muy útil aveces cuando su estancia en nosotros es prolongada hace mucho daño.
    Solo me queda decir que debes seguir adelante y en algún momento te pasará algo que valdrá la pena vivir.
    Suerte.

    ResponderEliminar