Realmente nunca he hablado aquí sobre algo tan normal como el sexo. Creo que nunca he sido lo que la gente llama standard en ningún ámbito de mi vida y, por supuesto, en éste no podía ser una excepción. No sé muy bien el motivo, supongo que el tener una pre-adolescencia y adolescencia distinta hace que tú también lo seas, quieras o no.
Cuando tenía doce años empecé a leer a Nietzsche, me fascinaba su visión del mundo aunque probablemente no entendía todo lo que decía, pero si algo es cierto es que me sentía levemente comprendido, al menos lo comprendido que se puede sentir un niño de esa edad que no sabe nada de la vida; ni tan siquiera de sí mismo. Así que yo cogía sus libros y me los llevaba a clase, entreteniéndome mientras el profesor explicaba algo (me aburría e igual aprobaba, así que nunca me dijeron nada), e incluso más de una vez llevé El anticristo a clase de religión. Y sí, la profesora lo vio pero extrañamente en vez de regañarme (que imagino que sería lo normal) se sentó a mi lado y me preguntó que si me gustaba leer, que era el chico que mejor respuestas le daba en clase y que estaba muy contenta conmigo (sí, qué vergüenza). Negaba totalmente la existencia de Dios y, a diferencia de ahora, pensaba que los cristianos (u otras religiones) eran estúpidos, con el tiempo aprendí a respetar aún siguiendo con mis pensamientos.
Así que, al final, Nietzsche fue uno de mis maestros. Un hombre no muy cuerdo (o quizá demasiado) que dejó algo de él dentro de mi cabeza. Algo que yo a veces comprendía más o menos pero que en resumen me fortalecía la idea de que el ser humano no era algo que me gustara a pesar de que fuera de la lectura yo tenía mi grupo de amigos como cualquier otro.
Empecé a vestir de negro porque no me gustaba la ropa de color que siempre había llevado. No me gustaba porque no era afín a lo que yo sentía en realidad. Porque de una forma u otra estaba de luto por el mundo e incluso por mí mismo. Y poco a poco me fui cansando de todos. Si alguna vez tuve un interés por alguien (que no lo recuerdo) se acabó desvaneciendo. Pasé a engullir de forma compulsiva, aunque entonces no vomitaba. Y de ahí vino el odio por todo. Por todos. Por mí. Un odio que se ocultaba mientras le sonreía al mundo y que se reflejaba en mi piel con cortes que sangraban por las noches y se ocultaban por el día. Supongo que pedía ayuda pero mi falsedad no me permitía mostrarme tan débil al mundo. No quería preocupar a nadie. No quería que nadie viera aquello. Solo tenía que sonreír. Sonreír y seguir mi camino.
En esa época, sobre los catorce años, me sentía atraído por los cadáveres. Es un poco freak decir algo así, pero me resultaban absurdamente hermosos. Y no me refiero a algo sexual (supongo que dentro de lo raro, es un poco mejor), si no que mi filosofía de entonces era algo así como: "Una persona vive muchos años y mantiene su belleza durante todos estos. Un cadáver se marchita rápido y es algo tan efímero que no somos capaces de percibirlo". Pero supongo que, en el fondo, lo que sentía era envidia. Envidia de esa tranquilidad. De esa forma de no-sentir que yo ansiaba.
Recuerdo que incluso imprimía fotos (qué creepy...) y me las guardaba. Hasta que me cansé, como siempre. El interés fue decreciendo. Había visto muchas páginas en Internet con fotos de asesinatos, accidentes y muertes. Y ni la sangre ni las vidas ajenas me conmovían ni me hacían sentir nada. Supongo que era como quien observa un cuadro. O dos. O mil. Al final, si no tienes un objetivo más allá del de observar, te cansas. Así que eso pasó a la historia. Una etapa más y ya está.
Por aquel entonces yo escribía mucho ya. Todo muy grotesco. Oscuro. Sangre. Diablos. Muertes. Tristeza. El humano perdido. Y aún recuerdo algo que escribí hace más de 10 años y que memoricé. Cuando menos me di cuenta ya tenía dieciséis años y, por supuesto, muchos compañeros ya tenían sus "novias", cosa que yo no entendía mucho y por la que estaba demasiado ocupado con mi mundo y mi vida como para centrarme en eso.
Pero la vida es así y, al final, siempre hay personas que se cruzan delante de ti. Gente afina a tu mentalidad. Gente que parece entenderte. Gente que dice que te ama y te trata bien. Y ahí empezó mi juego.
Sus palabras eran bonitas. Era buena persona (supongo) y sus intenciones parecían correctas. Y durante un tiempo me conformé. Estaba bien. Era algo entretenido. Pero antes del año se me hizo cuesta arriba. Me cansé y al final le dije que estaba con otra persona aunque no fuera verdad. Corté la comunicación y no me interesó más.
A partir de allí empezó un espiral de conocer gente y devorarla. También comencé a vomitar por todo lo que arrastraba, pero el hecho de someter a los demás debajo de mí me parecía demasiado atractivo. Jugué con muchas personas; demasiadas quizá. Y, probablemente, a todas ellas les dije que las quería aunque no fuera así. El sexo estaba bien aunque con el tiempo me resultaba monótono, así que no tenía ganas y acababa rompiendo la relación (o lo que fuera). Un adiós y ya está. No me interesas. ¿Te duele? No es mi culpa. Y poco a poco, observando durante tantos años el comportamiento ajeno, uno se da cuenta que hay un patrón que siempre se repite aunque la gente sea distinta y, de esta forma, eres capaz de adentrarte en ellos por dura que sea su coraza. Lees sus ojos. Sus actos. Sus palabras. Y antes de que te conozcan, les conoces, así que juegas con ventaja. Sí, un juego, así me he tomado el hecho de socializar desde siempre.
Entonces, cuando conoces a alguien, te preguntan:
¿Eres gay?
No
¿Eres heterosexual?
No
¿Eres bisexual?
No
¿Entonces qué eres?
No lo sé
Nunca, jamás, he sentido atracción física por una persona. El cuerpo humano no me suscita ningún tipo de interés de índole sexual. Obviamente sé apreciar si una complexión me resulta más bonita que otra. Si un rostro me agrada más o menos. Pero fuera de eso no analizo a nadie en ese ámbito. Me da igual hombres o mujeres siempre que tengan algo que me guste y eso radica en su pensamiento.
Cuando quiero a alguien tengo que tenerlo, no importa cómo, siempre acabo consiguiéndolo. No me interesan sus preferencias, ni tan siquiera si soy o no su tipo. Porque sé que en caso que no encaje en sus estánderes físicos puedo encajar en los psicológicos, así que al final dejarán de lado un gusto para centrarse en el otro.
Y ahí soy la persona que te dirá el ser tan hermoso que eres. Lo cruel que es el mundo. Porque tú sabes que eres débil y yo también lo sé, así que te cobijaré en mis brazos hasta que te duermas. Te daré besos. Te haré reír. Y poco a poco pensarás que soy el ser más extraordinario que has conocido nunca. Te diré una y mil veces que no soy buena persona. Te diré que me canso de la gente. Que al final esto también ocurrirá entre nosotros, porque soy así. Pero tu cerebro está tan envenenado que no querrás escucharme. Dirás que no. Que no soy tan horrible como describo. Que soy buena persona porque me preocupo por todos. Porque quiero a mi perra de forma que poca gente lo hace y alguien con tal amor por un animal no puede ser así.
Pero sucede y algunos te dicen que eres la cosa más insensible que han conocido porque mientras lloran ni tan siquiera pestañeas, porque les has cambiado la vida y la visión del mundo. Porque no todo es tan rosa como creían y eso les duele, pero antes lo afrontaban junto a ti y ahora ya no estás. Otros lo ignoran y a otra cosa, mariposa. Y con algunos pocos sigues manteniendo el contacto, pero guardando las distancias excepto una microparte de ellos.
Así que al final, cuando conozco a alguien que me interesa, sí pienso de forma sexual en ellos, pero se evapora con el tiempo o después de las primeras veces porque se vuelve algo aburrido para mí, con lo cual no tengo muy claro si es algo normal o no, pero es así.
A veces me planteo que después de mi vida (ya iré por etapas cuando me apetezca), todo lo que soy no es más que un juego y una adaptación para hacer del mundo y de la gente un lugar más importante. Por supuesto tengo gente alrededor que no me interesa acostarme con ellos ni que me vean como alguien totalmente necesario para su vida. Están ahí y eso es suficiente para mí.
Mi atracción principal es la gente que está enferma o que es muy débil, imagino que es porque son mucho más manipulables que los demás y que, de alguna forma, eso me resulta absurdamente atrayente.
Entonces si no me interesa el sexo en particular,
¿Qué soy?
Me pregunto si es necesaria una etiqueta aquí. O allá. O en alguna parte. ¿Por qué siempre colocamos etiquetas a todo? ¿Qué diferencia hay? Somos humanos y libres; con eso basta.